domingo, 30 de octubre de 2011

Trasnoche, los sueños, y esa realidad perfecta que inventamos.

De vez en cuando quiero pensar que la noche es mala, siempre dijo eso mí mamá, el viejo de la bolsa y esos cuentos tan fantasmagóricos como absurdos, esa vida de excesos y delirios que siempre tan particularmente le adjudicamos.
Esas horas donde poco se ve suelen presentarse como partícipe de todo mal e injusticia existente, ese tiempo en el cual el angelito posado en nuestros hombros pierde la guerra del equilibrio con el diablo, y nos dejamos llevar por el infortunio de vivir una vida iluminadamente estúpida.
A veces suelo creer en la frase: "Mucha luz te puede cegar", y para ser memoriosos creo que tiene razón.
Siempre ame la poesía, muchisimo me gustan los versos, pero lo que más me atrae en este mundo, además de esos extraterrestres que llaman "mujeres" son las olas, ese movimiento perfecto, esa armonía del desencuentro, mientras unas van, otras vienen y nunca se cruzarán, vivirán sin encontrarse eternamente, y esa es la belleza de la noche, las estrellas, el mar, las olas, el desencuentro, el universo plasmado de ausencias, el universo es tan grande que uno no suele estar casi en ninguna parte. Entonces ¿Porqué decir que la noche es mala? Nunca la disfrutamos completa. ¿Cómo pueden inyectarme esa idea de la noche peligrosa, de la noche triste? Si es justamente en la noche en donde la paz gobierna casi a modo de tiranía. Es la noche en donde los amores anacrónicos salen a la luz, donde la gente llora, donde la gente siente. Es la noche, justamente la noche, esa que nos lleva a lo más recóndito de nuestros sentimientos y nos hace expresarnos como en verdad somos. Si querés saber como soy en verdad, buscame de noche, y seré eternamente yo.

sábado, 8 de octubre de 2011

El Sabado y sus divinas maneras de cagarnos la vida

La tarde del Sabado nunca deberia de ser lluviosa, tendria que ser un pecado capital el sabado lluvioso, una anomalia dictada por los dioses o alguna fantasía Maya. El Sabado no merece esa tristeza, y si nos basamos en el Karma, el Sabado nunca nos dio tristezas, y entonces... ¿Porqué le damos esa dosis de Ketamina al Sabado? Y lo hacemos caminar por esa fina línea que divide la tristeza de la lluvia con la alegría de vivir a pleno. ¿Seremos merecedores de lo que obtenemos? ¿Será que mereceremos Sabados lluviosos por nuestra aburrida forma de vivir la vida? O será todo esto causa de lo masoquista que somos y necesitamos bañar todo de tristeza y melancolia solo para encontrarle un valor y significado al arte de vivir?.